domingo, 7 de junio de 2009

Mañana en URGENCIAS


8 AM. No tenía presupuestado despertar tan temprano un día domingo. Escucho el teléfono, obviamente, algo malo ocurre, generalmente, cuando el teléfono suena en la madrugada es porque algo pasó con Lichita (mi bisabuela). Abro los ojos, escucho atentamente la conversación y las expresiones de mi abuelita Noelia, antes de que comience a gritar que me levante, de un salto me pongo zapatillas y chaqueta. En menos de dos minutos, estaba en frente de la casa de Licha. -Qué pasa, qué pasa?- (Licha en la calle, con pijama y con la respiración agitada y ese gatito al que le llaman asma). Tres vecinos en su compañía, un tanto desesperados y mi otra abuela (Herta), un poco más chillona, alegando. Hace un rato ya, habían llamado a la ambulancia y no pasó nada, llegaron los carabineros, pero la ambulancia... nada. Finalmente, llegó mi papá en auto y partimos al hospital. Al llegar, escucho gritos de una señora (más desesperada que todos quienes se preocuparon por Lichita). El panorama: era un taxi, la señora y dos familiares, una camilla que muy rápido entraba por las puertas de URGENCIA, alcancé a ver las piernas de la persona que iba en la camilla, por el color de su piel, me dije -Dios... esa persona se está muriendo- y ahí le dije a Lichita -hay gente peor que tú-. Entramos, mascarillas anti A H1N1. Nos encontramos con mi tía Nory, estaba saliendo de su turno de noche, al lado nuestro: la señora llorando y gritando desesperada "La ambulancia nunca llegó... si algo le pasa, llévame con él virgencita" entre otras frases que no pude entender debido a su desgarrador llanto. Pasaron algo así como quince minutos, mientras esperábamos que atendieran a Lichita por su ataque de asma, y ya sabíamos (gracias a mi tía) que el caballerito había fallecido, no estábamos a más de tres pasos de esa señora, y supimos antes que ella el destino de su marido (creo). Mientras las personas que le acompañaban le decían que confiara en Dios... qué tortura... pero es misión de los doctores informar la hora y causas del deceso. Mientras tanto, las luces de la sala de espera y esas paredes verde agua, me perturbaban la vida, el sonido de fondo; bebés llorando, la señora sufriendo, y el gatito en el pecho de Lichita, las sensaciones táctiles, mi ojo derecho medio churreto, mi aliento en la mascarilla, ya media húmeda, un carraspeo en la garganta, las manos heladas de Lichita, producto de su arrebato de salir a la calle en pijamas en busca de aire. En unos minutos, llega el doctor, para hablar con la señora, me dije -Ahora se escuchará el puro grito- pero no, parece que se desmayó, salió la nuera de la señora llorando, a decir que el caballerito había fallecido. La espera se hacía cada vez más dolorosa, mi abuelita Herta, comentando que cómo puede haber gente que le guste trabajar en el hospital y además que es un poco hipocondriaca. Cambio de turno, ya eran como las 9 y algo, aún no atendían a Lichita, pero después de tal panorama, su ataque de asma no me parecía nada grave. Ya había pasado el clímax de la historia. Apareció la señora, ya viuda, llorando desde adentro (ese llanto que sale como del corazón) estaba en un box, sentada en una camilla y le pasaron una bolsa plástica, justo cuando iba a vomitar (ese gesto técnico previo a...) cerraron la puerta (fue como de película). La nuera, llamando a la funeraria, el resto, a los familiares para contarles y así. Por mi parte, ya estaba chata, sólo quería escuchar que Lichita sería atendida y marchar. Así fue, llegué a dormir, me costó y además soñé puras cosas feas. ÑE.

Aparte: Dos jóvenes, uno ebrio y uno no tanto, conversan con carabineros, golpe en la cabeza, asalto. Una camilla con un tipo obeso ensangrentado, me dije -ayyy, viva Chile y su fútbol y el exceso (irónicamente)-. Un tipo en silla de ruedas llorando, no entendí por qué. Un abuelito que hospitalizó a su esposa, aquí pensé -qué útil, tener marido-.

Lección: si quieres vivir una aventura o quieres hacer tu corazón un poquito más fuerte, anda a urgencias un día muy temprano. Ah! y cuando creas que alguien de tu familia esté a punto de fallecer, recuerda: tener dinero en el celular, plata para el taxi, las llaves de la casa de toda tu familia, el número de la funeraria y los cojones para superarlo.

Más aparte; ¿qué onda la regionalización? Aún hay que llamar a Puerto Montt, para que den la orden de enviar o no ambulancias. YAAPUEEE!!

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