martes, 4 de septiembre de 2007

Todo Comenzó Así...

"Sácate la ropita, te pones pijama y te acuestas..."
"Eres hija de Juan Carlos, con él somos amigos desde hace años..."
"...rinoplastia..."
"Ya Karlita, dame tu brazito..."
"Periodismo, que bien..."
-Ducha-sms-música-dormir-...
"¡¡Levantarse!! Vamos, que tus médicos te están esperando..."

Nervios, más nervios. Me subí a la silla de ruedas, la vista desde ahí produjo algo que inevitablemente hizo sudar mis manos. Mientras el ascensor bajaba y la paramédico me conversaba, noté que mis nervios no me dejaban hablar bien. Cambio de la silla a la camilla. Todas esas caras de gente que toma con toda la normalidad del mundo una operación, lo pensé, es parte de su cotidaneidad, sin embargo era mi primera vez, no pude evitar sonreír a cada uno de ellos, saludar amistosamente, mal que mal, una vez anestesiada quedarías en sus manos. Dialogué con mi yo interior, intenté rezar, patrañas, sólo confié en Dios, un par de lágrimas cayeron en la sabana que cubría la camilla, me miré en el reflejo de una superficie metálica incrustada en la pared, mis ojos estaban grandes y brillaban de emoción, esa sería la última vez, que vería mi rostro con su nariz original.


El médico anestesiador, me acaricio la mejilla y me sonrío, dijo que me había visto antes, en el Mc Donald's, le conté que efectivamente yo trabajaba ahí, risas y tallas entre los tres doctores hicieron que me sintiera bien, pero no por eso, menos nerviosa. Me preguntaron algo, intenté responder con palabras, más no pude mover mi boca, una seña con la mano fue mi respuesta y cerré los ojos.

Mareo, dolor de garganta, suero, dormir. Un niño lloraba, me dolía la cabeza y esa sala estaba sofocante. Esperé alrededor de tres horas. Me fueron a buscar. Otro cambio de camilla, beber tecito, mi abuelita y mi hermana me dijeron que ya me habían dado de alta, llegaron mis amigos y mi madre, me vestí y despedí de la aventura ¿Continuará?



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